«Beti Salada»

Mundaka años 70

La decada de 1970 resultó un periodo de profundas transformaciones sociales para el pueblo de Mundaka. Evidentemente, en primer lugar por la evolución desde una larga dictadura hasta un periodo de transición hacia la democracia, teniendo en cuenta además que esa época resultó especialmente convulsa en un municipio situado a menos de 15 km en línea recta de las obras de la central nuclear de Lemoiz. Pero en segundo lugar el auge del surf en Europa también tuvo un impacto muy significativo en Mundaka, que pasó de ser un pueblo de pescadores y turismo de veraneo a una de las mecas del surf en el viejo continente.


La historia de esos años se refleja muy bien en el libro de Craig Sage “Surf to live”, un obra pienso que bien documentada y con abundante material gráfico de la época. Lógicamente es un libro centrado en la historia de surf en Mundaka, pero no rehuye otros aspectos como la en ocasiones dificil integración social de los pioneros de este deporte en el pueblo. En efecto, a lo largo de los años 70 Mundaka fue recibiendo la visita de muchos de estos deportistas de origen australiano, inglés o francés. Casi siempre eran jovenes con pocos recursos económicos y acostumbrados a moverse y vivir en vehículos adaptados a su modo de vida nómada:

Fotografía del aparcamiento junto al puerto de Mundaka datada en octubre de 1977.

En la imagen anterior se pueden ver algunos de estos vehículos ocupando parte del aparcamiento de la Tala en el otoño de 1977. Por entonces Mundaka ya era visitada como destino surfero aunque todavía era relativamente desconocida al no haber aparecido en ninguna de las publicaciones especializadas. Precisamente fue muy poco después, en concreto en septiembre de 1978, cuando se publicó en la revista Surfer el primer artículo de difusión internacional referido a la ola de Mundaka. A partir de entonces estas primeras reseñas y el fin de la dictadura franquista contribuyeron a aumentar de forma muy importante el turismo ligado al surf en esta parte de Bizkaia.

Portada e índice de la revista SURFER de septiembre de 1978

Es sorprendente que atendiendo a reseñas de esta época muchos pioneros del surf aluden a la dificultad para encontrar esa ola “mágica” de la que habían oido hablar pero nadie parecía ser capaz de localizar. Incluso en ese primer artículo reseñado Jim Kempton por ejemplo no llega a citar el nombre del pueblo, refiriéndose continuamente al lugar como “Rivermouth”, como si fuera una especie de Rivendell de la Tierra Media. Sin embargo, la foto de Craig Peterson que ilustra el artículo yo creo que da bastantes pistas, ya que rías en el País Vasco tampoco hay tantas. De todas las panorámicas posibles de la ola de Mundaka, esta foto se tomó desde una bastante singular, como es la parte trasera del cementerio del pueblo. Más sorprendente todavía es que 22 años después, en la revista The Surfer’s Path, se eligiera exactamente el mismo encuadre para su artículo That place in Spain – Deep Inside Mundaka. Aquí podéis ver una comparativa de esas fotos:

Comparativa de los artículos de la revista Surfer (septiembre 1978) y The Surfer’s Path (diciembre 2000)

Hay que tener en cuenta sin embargo que Mundaka ya era un destino turístico local muy importante bastante antes de que alguien se pusiera por primera vez en pie sobre una tabla en el Cantábrico. En efecto, en las decadas de los 50 y 60, y aún antes, recibía muchos visitantes durante el periodo estival. En esa época se construyeron muchas viviendas de veraneo y el pueblo fue empezando, no sin dificultades, su particular transición de un pueblo marinero y de pescadores a uno turístico y de servicios. Comento esto porque hay abundantes crónicas y documentos en los que da la impresión de que el turismo no existía en Mundaka antes del surf y eso no es cierto, al menos no en el caso del turismo local.

En este caso ha habido trabajo de campo, mejor dicho, de camposanto. He intentado buscar exactamente el mismo encuadre de estas fotografías y para ello he tenido que subirme al muro trasero del cementerio de Mundaka. La verdad es que en la comparativa de estas dos fotos no se aprecian muchos cambios, bien es cierto que la playa de Laidatxu (la zona con más cambios) está muy tapada por los árboles. El próximo invierno intentaré repetir la foto desde el mismo lugar, con menos vegetación y a ser posible con algo de ola.

Comparativa de las fotografías de The Surfer’s Path (diciembre 2020) y la más reciente de marzo 2021

La ola izquierda de Mundaka

La particular ola de Mundaka tiene su origen en la configuración del delta de desembocadura del rio Oka. La clave para la formación de esta ola es un significativo depósito de sedimentos de arena al oeste de la desembocadura, muy cerca del puerto, popularmente conocido como la barra (sandbar) de Mundaka. Este depósito reduce bruscamente la profundidad del delta en ese punto y es donde se inicia el rompiente de la ola, que se va desplazando hacia la playa de Laida, en la margen contraria de la ria, en un tubo de hasta 400 metros de longitud. La ola es de izquierdas porque queda a ese lado del surfista según va recorriendo el tubo desde la barra hasta la playa.
Lo que para el surf es una bendición siempre ha sido un problema para la navegación de las pequeñas embarcaciones en el entorno del puerto. En efecto, en los días en que las olas rompen con fuerza, solo hay un estrecho canal practicable entre el puerto y la barra, que sufre además fuertes corrientes sobre todo en marea baja. Si queréis profundizar en este punto, os recomiendo consultar el artículo Consequences of estuarine sand dredging and dumping on the Urdaibai Reserve of the Biosphere (Bay of Biscay): The case of the «Mundaka left wave» publicado en enero de 2008 en el Journal of Iberian Geology.
Si no queréis entrar en tanto detalle, una visión más gráfica sería esta foto aérea donde creo que se aprecia bastante bien el depósito (barra) de arena que es el causante de la ola y el estrecho canal de navegación junto al puerto:

Desembocadura del rio Oka, con el puerto de Mundaka en su margen izquierda.

La ola izquierda no rompe sin embargo todos los días. Además de por la barra, está condicionada por las mareas y por los vientos. Normalmente las mejores condiciones para la formación de un tubo perfecto se dan a finales de otoño y en invierno, aunque en realidad se puede dar en cualquier época del año.
Como la ola comienza a romper muy cerca del pueblo es relativamente frecuente (que no sencillo) obtener imágenes espectaculares de los surfistas sobre la ola con la ermita de Santa Catalina o cualquier otro punto de Mundaka al fondo. El efecto es muy fotogénico y se ha utilizado cientos de veces en fotografías, carteles, vídeos promocionales, etc. Incluyo a continuación un ejemplo de este efecto, ya os digo que hay para elegir:

Surfista en la ola con la ermita de Santa Catalina y parte del caserío de Mundaka al fondo.

El accidente de la ‘Beti Salada’

En el otoño de 1977 tuvo lugar un accidente que cambió en cierto modo la relación de los lugareños con estos pioneros del surf. En efecto, el 16 de diciembre de ese año, sobre el mediodía, una embarcación de unos 8 metros de eslora se vio atrapada por el fuerte oleaje en la entrada del puerto y sus dos tripulantes cayeron al agua. Eran el patrón de la embarcación Jose Antonio Castrejana y su compañero Andoni Urresti.
Aunque al parecer era un día soleado, el agua estaba lógicamente muy fría y los dos hombres tenían muchas dificultades para permanecer a flote. Por suerte, dos surfistas australianos llamados Kevin Gorman y Guy Marriot que se encontraban cerca pudieron auxiliar con sus tablas a estos dos marineros de Mundaka, manteniéndoles a flote y ayudando de forma decisiva en su rescate. Este episodio creo que lo narra muy bien en la obra de Craig Sage el propio hijo de Jose Antonio Castresana, que además fue testigo del accidente y que finalmente pudo rescatar a su padre del agua a bordo de otra embarcación que estaba en el puerto.
Además de ese valioso testimonio, he intentado obtener información a través de otras fuentes para completar la crónica de este accidente y su impacto. Allá vamos.


En primer lugar, parece claro que el motivo del accidente fueron unas olas ‘falsas’ que sacudieron la merlucera a la entrada del puerto. Me sorprendió conocer que en aquel tiempo el puerto de Mundaka se quedaba en seco en marea baja, con lo que en esa situación frecuentemente las embarcaciones tenían que esperar en el canal para poder entrar en el puerto. No hay duda de que así era, he encontrado una imagen del puerto en una marea baja de ese mismo otoño del 1977 que refleja perfectamente esta situación:

Marea baja del 26/10/1977 en el puerto de Mundaka.

Podéis ver que la foto está fechada exactamente el mismo día que la foto del aparcamiento (la primera foto de esta página) y casi con toda seguridad hecha por la misma persona. Al menos la datación de las dos fotos se ha escrito con la misma máquina. Por el encuadre de la foto parece que se ha tirado desde las peñas de la Tala, a una altura que normalmente estaría cubierta por el agua en una marea ‘normal’.

En esta situación los tripulantes de la ‘Beti Salada’ estaban esperando la subida de la marea para poder entrar en el puerto. De hecho el patrón de la embarcación se queja de esta situación en las crónicas que se reflejan en los periódicos Deia y El Correo Español, reclamando el dragado del puerto de Mundaka como única solución para evitar que se repitieran desgracias como la que le tocó sufrir. El caso es que una primera ola atrapó a la embarcación y ésta se llenó de agua. La ‘Beti Salada’ era una embarcación abierta con casco de madera, de 8,20 metros de eslora y 2,3 metros de manga y prácticamente nueva en el momento del accidente. No era ni un bote ni una barquita de recreo, era una embarcación profesional de pesca de bajura. El motor de la ‘Beti Salada’ estaba situado en posición central, lo que da estabilidad a la embarcación, pero en este caso la barca se volvió ingobernable en las olas al inundarse el motor.

Una foto de la ‘Beti Salada’, protagonista de esta historia.

Al parecer una segunda ola golpeó a la embarcación, arrojando a los dos tripulantes por la borda. La embarcación ni se llegó a volcar ni mucho menos se destrozó contra las rocas (como se llegó a decir), sino que se vio arrastrada hacia la playa de Laida (Antzoras). Ese fue el momento en el que los dos surfistas se lanzaron al rescate de los marineros. Los rescatadores utilizaron sus tablas para ayudar a mantener a flote a los arrantzales. Mientras tanto el hijo de Jose Antonio Castresana, junto con otros vecinos de Mundaka, pudieron coger otra embarcación del puerto para ayudar en el rescate. Esa tarea no fue nada fácil, puesto que el puerto estaba en ‘seco’ en ese momento y únicamente había un poco de agua en una zona muy concreta. Guy Marriot ayudó a subir a Andoni por las peñas de la atalaya, mientras que Jose Antonio Castresana pudo ser izado a la embarcación de rescate. Los surfistas australianos incluso colaboraron en el rescate de la propia embarcación, que se demoró más tiempo puesto que las olas la habían arrastrado hasta la playa de Laida.
Es rigurosamente cierto que la prensa local ofreció una imagen muy positiva de los surfistas, vamos primero con la crónica del Deia, que apareció en la portada del día 20 de diciembre.
El primer dato que llama la atención es que la crónica de un rescate que tiene lugar el jueves 15 o viernes 16 (a mediodía) no se publica hasta el martes día 20. Eran otros tiempos. Pero al menos se hace una descripción bastante exacta del suceso y se entrevista al patrón de la ‘Beti Salada’, con un punto ligeramente sensacionalista pero denunciando de paso la situación del puerto. Quizás el único lunar de esta crónica es que se se indica que la ola les puso “quilla arriba”, cosa que como ya hemos comentado no es cierta y que, caso de serlo, habría dificultado muchísimo el rescate de la propia ‘Beti Salada’:

Crónica de la noticia en el periódico DEIA fechada el 20/12/1977.

La crónica del suceso de El Correo Español, que firma Eduardo Catania, también está fechada el martes día 20, pero en este caso se refiere al jueves 15 como fecha de los acontecimientos. Luego volveremos sobre este punto. Al margen de ello la crónica es bastante completa aunque el antetítulo ya es erróneo puesto que de nuevo se hace referencia al supuesto vuelco de la embarcación. En realidad, ni siquiera cabe hablar de naufragio en este caso, puesto que la embarcación ni se hundió, ni se perdió ni mucho menos se destruyó.

Crónica de la noticia en el periódico El Correo Español fechada el 20/12/1977.

Hace solo unos meses se dio a conocer la crónica de estos mismos hechos escrita por el gran protagonista del rescate, Kevin Gorman. Es un documento muy interesante que podéis consultar al completo en la web http://magicseaweed.com. En general el relato coincide con la versión ya conocida, aportando su punto de vista personal. Para mí el detalle más significativo es que conserva las cartas de agradecimiento, tanto del ayuntamiento como de la cofradía de pescadores de Mundaka. Haber guardado esos documentos durante más de 40 años es la mejor prueba de que también para él fue un hecho muy relevante, algo digno de recordar y de ser transmitido. Aquí podéis consultar una copia de ambos documentos:

Cartas de agradecimiento a los surfistas australianos del Ayuntamiento y Cofradía de Mundaka

Y después de reunir toda esta documentación, o quizás precisamente por ello, resulta sorprendente que no estamos seguros ni del día en que sucedió ni del nombre completo del patrón de la ‘Beti Salada’. En efecto, las cartas de agradecimiento tanto del Ayuntamiento como de la cofradía y la crónica de El Correo Español se refieren al día 15 (jueves) mientras que la crónica del DEIA y el testimonio del hijo del patrón en el libro de Craig Sage apuntan al día 16 (viernes) como fecha del accidente. El propio Kevin Gorman en su testimonio también se refiere al día 15, pero en este caso yo pienso que simplemente toma como referencia las cartas de agradecimiento que recibió. Es muy dificil creer que 40 años después recuerde si era jueves o viernes.

En principio yo me inclinaba por dar más credibilidad al día 16, ya que es el testimonio del hijo del patrón, pero analizando todos los datos pienso que es más lógico pensar que sucedió el día 15 (jueves). En primer lugar porque la carta de la cofradía, por cierto que en un inglés más que correcto, está fechada el día 17 (sábado) y como hemos dicho hace referencia al día 15. Parece poco probable equivocarse de día en algo que, si la fecha es errónea, habría sucedido el día antes. La carta del ayuntamiento en cambio no se escribe hasta el lunes siguiente (día 19) y ahí sí sería más facil que hubiera habido un error entre el jueves o el viernes de la semana anterior.

Para intentar arrojar algo más de luz sobre este asunto, aporto también la información de las mareas que he podido obtener de unas viejas tablas del año 1977. Si nos centramos en los días 15 y 16 de diciembre, vemos que la bajamar tuvo lugar apróximadamente a las 13:41 el día 15 y a las 14:36 el día 16 (hay que sumar una hora a las de la tabla por la hora oficial GMT+1). Atendiendo a las crónicas de los periódicos que hablan de las 13:00 o 13:30 encajaría mejor con el día 15. Si los arrantzales estaban esperando cerca del puerto a que subiera la marea, el accidente habría tenido que suceder más tarde de haber sido el día 16. Además en ese caso se les tendría que haber hecho de noche en el rescate de la embarcación, que se demoró hasta tres horas según el DEIA, y me extraña que ninguna crónica lo mencionara.

Tabla de mareas del puerto de Santander diciembre 1977

Todo esto no son más que indicios y conjeturas, realmente no tengo la seguridad sobre el día del accidente pero si tuviera que apostar lo haría por el día 15.

Sobre el nombre del patrón, sucede algo parecido. Según el escrito de la cofradía, Juan José. Según la carta del Ayuntamiento y la crónica del diario El Correo, José Antonio. El relato de su hijo y la crónica del DEIA no sirve en este caso para aclarar la discrepancia ya que se refiere a su padre simplemente como José. En este caso pienso que se le puede dar más credibilidad al escrito del Ayuntamiento, ya que incluye el nombre completo con el segundo apellido y eso me hace pensar que lo copiaron de algún registro o documento oficial.

Otra cosa interesante del testimonio de Kevin Gorman es que se refiere a los marineros como tío y sobrino, cuando en realidad no tenían ese parentesco. Ese hecho es coincidente con el relato de Josan Castresana, que incida que Andoni Urresti era para ellos uno más de la familia. Si no hubieran tenido más contacto que el día del rescate, se entiende que Kevin pudiera estar equivocado, pero lo curioso es que el propio Kevin estuvo viviendo después en casa del patrón de la Beti Salada durante varios meses y aún así no lo descubrió. Supongo que la relación con la familia era muy cordial pero la comunicación no podía ser muy fluida ya que Kevin apenas hablaba castellano.

Un puerto seco

Lo que más me sorprendió al leer estas crónicas de la época es que el puerto de Mundaka se quedaba en seco en bajamar. Nunca lo he visto así ni me lo imaginaba de esa forma. En principio pensé que la zona de seco podía ser una pendiente o rampa de arena, y que incluso en cierta forma sería conveniente de cara por ejemplo a la descarga del pescado o a las pequeñas reparaciones en las embarcaciones. Pero no era así, prácticamente todo el puerto se quedaba en seco en una bajamar que no fuera muy muerta. Por ejemplo, la foto del puerto del 26/10/1977 está tomada en una marea baja, según las tablas una marea de coeficiente 89. Es una marea relativamente viva, pero si la foto se hubiera sacado dos semanas antes el coeficiente habria sido de 106 y eso supone que el nivel de mar estaría todavía unos 35 cm más bajo.

El motivo principal del accidente fue que los marineros se vieron retrasados en su vuelta al puerto por un incidente con las redes y luego tuvieron que esperar cerca de la barra a que subiera la marea porque no podían entrar al puerto debido a su poco calado en ese momento.

He estado buscando fotos o documentos que reflejaran esta situación de puerto seco en el pasado. Uno de los que más me gusta es esta fotografía donde podéis observar la amplia zona de arena en el puerto, teniendo en cuenta además por el aspecto de la ría que no se corresponde con una marea especialmente baja:

Fotografía de Mundaka desde la cima del monte Betrokolo

Datar esta fotografía no es sencillo, vamos por pasos. A primera vista se ve que no hay ni rastro de la urbanización en escalera de Antzoras en Laida, conocida popularmente como la ‘máquina de escribir’. Eso ya implica que la foto es anterior a 1975, pero por otro lado también posterior al 1956 que es cuando se empezó a edificar la casa de Laida situada en el terreno adyacente. Un análisis más exhaustivo de los edificios de Mundaka presentes y ausentes en la fotografía permiten estrechar esa horquilla de 1957 a 1963, y con más probabilidad hacia el final de ese periodo. Determinar el año exacto lo siento pero me es imposible.

Y otro documento que tiene un gran valor para este análisis es el cuadro al óleo que pintó el artista Antonio Capel sobre el año 1984. Este cuadro, de dimensiones 100×81 cm, no se pintó del natural sino a partir de varias fotografías de la época y refleja la misma situación en seco del puerto pero desde otro punto de vista:

Mundaka. Óleo sobre lienzo de Antonio Capel.

Sobre esta obra, y gracias a la colaboración de su autor, os puedo mostrar dos de las fotografías que sirvieron de modelo. La primera de ellas es una foto panorámica preciosa. Se trata de una composición a partir de dos fotos hechas en el mismo instante, reveladas, ajustadas y pegadas con celo. Así se hacían las fotos panorámicas hace 40 años, hoy en día se podría disimular la unión fácilmente con alguna herramienta gráfica pero prefiero que lo podais ver tal cual:

Puerto de Mundaka desde el muelle exterior en la primera mitad de los años 80

Esta foto proporciona una visión más completa del puerto de Mundaka, son varias las embarcaciones que se ven en seco. La que aparece a la izquierda no es obviamente la Beti Salada pero es una embarcación de las mismas características: una merlucera de madera de unos 7-8 metros de eslora. La grúa del muelle luce también magnífica, tal vez por el encuadre o por razones artísticas no tiene reflejo sin embargo en el cuadro, de la misma forma que la farola del muelle. El edificio más moderno que se ve en la foto (arriba a la derecha) se terminó de construir en 1983, así que si el cuadro se pintó en 1984 la datación de la foto está muy ajustada.

Otra foto complementaria en la obra es la imagen del marinero en puerto. Sinceramente yo hasta ver la foto pensaba que este elemento del cuadro era un detalle artístico del autor, pero aquí podéis ver que no es así, son dos arrantzales reales como la vida misma. Incluso es muy posible que, aunque están de espaldas, alguien sea capaz de reconocerlos:

Arrantzales en el muelle exterior del puerto de Mundaka. Años 80.

Recurriendo a fotos del catastro de Bizkaia, parece que al menos hasta 1990 el puerto de Mundaka seguía quedando en seco en marea baja. A partir de entonces se llevan a cabo dragados periódicos para aumentar el calado del puerto y la situación es totalmente diferente. Igualmente el puerto es ahora más recreativo que pesquero, en una evolución que fue gradual a lo largo de las últimas decadas.

Una segunda vida

Aunque sin relación con el accidente que hemos relatado, por desgracia tanto Jose Antonio Castresana como Andoni Urresti fallecieron no mucho tiempo después. Entiendo que ningún familiar pudo hacerse cargo de la embarcación y la ‘Beti Salada’ se vendió. Atendiendo al registro general de la flota pesquera, eso sucedió en mayo de 1989. En su segunda vida estuvo faenando en la bahía de Plentzia. Su aspecto se modificó ligeramente, se cerró parcialmente la cubierta y se cabinó, manteniendo sin embargo su aspecto general y sus colores. A esa época corresponde esta acuarela que pintó la artista Paloma Rojas:

La ‘Beti Salada’ faenando en el puerto de Plentzia

Años después, en concretó el 07 de mayo de 2001, se tramitó su baja definitiva. Supongo que una merlucera con estructura de madera ya no era competitiva frente a barcas de otros materiales más modernos. Pero tampoco supuso el fin de la embarcación. En efecto, estuvo expuesta durante bastantes años en el dique seco del museo marítimo de Bilbao:

Beti Salada en el dique seco del Museo maritimo de Bilbao

Finalmente, por lo que se puede deducir de las imagenes áreas de Geovisor Euskadi, fue retirada del museo en el año 2012. Al igual que sucedió con el bonitero «Nuevo Antxustegi» parece ser que el museo no llevó a cabo las imprescindibles tareas de mantenimiento que exigen unas embarcaciones de madera en seco, desatando en su momento una agria polémica entre los responsables del museo y los donantes de estos barcos. Y hasta aquí la historia de la «Beti Salada», una embarcación que en menos de 40 años pudo vivir tres vidas: la juventud en Mundaka, que es a lo que corresponde este relato, una etapa de madurez en Plentzia y finalmente su retiro en el museo marítimo de Bilbao. Y es que con ese nombre mucho no iba a durar en el dique seco.

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